Gilberto
Muchos dicen que el primer aniversario es de papel y así me trataste. En una página intentamos escribir nuestros eventos pero nunca la terminamos de llenar. El día en que nos conocimos en la playa de Luquillo comenzó la historia. Me mirabas con ojos de lujuria pero no cedi fácil. Tu grillete anular te delataba. Mis amigos me advirtieron que no me enamorara de hombres casados pero no le hice caso. Me seguiste a las duchas y nos intercambiamos miradas. Mi corazón latió con fuerza al mirarte en detalles. Un escalofrió me invadió y Salí despavorido. Me alcanzaste, te presentaste y me diste tu número telefónico. Dude par de veces en llamarte pero lo hice. Después de varias llamadas, me invitaste a cenar. El mejor plato de la noche fue comernos a besos en la playa y lo demás es parte de nuestra historia. Amor de fines de semana era lo que podías darme. Lunes a viernes eras el padre firme y el esposo ejemplar antes los ojos de Mercedes. Me diste la llave de tu apartamento de playa para nuestros encuentros. Aquellas paredes fueron testigos de nuestros intercambios de savias corporales, según tus palabras. Maduro pero con fuerza, así te catalogue. En tus brazos encontré seguridad y no deseaba que llegaran los domingos en la noche. Me dejé manejar a tu antojo. Me consentiste con regalos y otros lujos. Jugaste con mis anhelos y falsas promesas, las cuales creí y las transformé en mis esperanzas. Rehusé a creer lo que decían mis amigos e ignoré sus reproches. Dejé de salir con ellos para estar contigo. Las excusas de tus desplantes fueron muchas, siempre te salías con la tuya. Al final llegabas borracho. Llegabas a herirme con tus palabras y desquitabas el coraje conmigo de tu incapacidad para escoger. Por más que te pedí que la dejaras negabas en hacerlo. La ultima discusión mencionaste estas palabras “No quiero que la gente me vea con un hombre.”. Con eso confirmé que no estabas listo. Querías la comodidad de las apariencias. Hice contigo el amor por última vez pero ya no era lo mismo. Después que te fuiste ese domingo, lloré. Hice mis maletas, dejé la llave en el piso y me dirigí a Nueva York. La ciudad empeoró mi depresión. Sé que me buscaste con mis amigos pero tampoco ellos sabían de mí. Me volví un adicto a las pepas, pero me dio con mezclarlas en par de ocasiones y fue un error. Los intentos fallidos de suicidio me empujaron a la rehabilitación .Aunque caí hondo, me levanté. Todo este tiempo ha sido de aprendizaje. No ha sido fácil estar alejado de ti. Tuve que reconocer que no estarías en mi vida. Fue un proceso arduo pero lo logre. Ahora ayudo a otros para que no pasen por situaciones similares. Volví a la isla por un evento familiar. Decidí pasar por el apartamento y darte esta nota. Ya han pasado 5 años desde que te vi ese día en la playa. Espero que seas feliz.
Paolo
Mercedes dobló la carta mientras secaba sus lágrimas. Se la entregó a Gilberto.
— Solo te hare una pregunta ¿Lo amaste?
El se limitó a bajar su cabeza intentando no verla a sus ojos. Su silencio le dio la respuesta
Muy emotivo!
ReplyDeleteUa historia que se repite y se refleja en muchos espejos. Gracias por copartir este hermoso relato...
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