En la olla hirviente se cocinaba un postre familiar. La combinación de coco, jengibre, canela y anís provocaban un perfume que seducía al más hambriento. El arroz con dulce era sinónimo de fiesta en casa de Doña Gladiola. Su fiesta de reyes era el mejor pretexto para reunir a la familia. Con escoba en mano, terminaba los últimos detalles de la limpieza en la casa. Terminado de barrer se puso a bailar un merengue. Las canciones de Toño Rosario provocaban mover todo el esqueleto. Entre medio del remeneo, Doña Matilde, la vecina le interrumpe el baile
— Nena como meneas ese palo.
— Ay mi'ja- le respondió- Con tal que este duro y manejable bailo hasta los anuncios. Ya que el difunto no está, las ganas las tengo que resolver de algún modo.
— Tu siempre con tus respuesta- le reprochó – Oye..¿tienes tiempo para una consultita?
— Tendrá que ser otro día… estos momentos son para mi familia… ese es arreglo que tengo con los de allá arriba.
— ¿No puedes hacer excepción conmigo? Mira que ando desesperada en estos días
— ¿Desesperada de una consulta o desesperada por comer lo que tengo en casa? La respuesta para ambas es que no. Hoy mi familia va primero. Además no quiero que te entre cargos de conciencia cuando vayas a misa y tengas que confesarte con el cura… ¡Quien te ve!
— Como tú digas, no voy a pelear contigo… ¿Y todos tus hijos y nietos vienen?
— Si todos vienen, incluyendo mi nieto Félix
— ¿El que vive en Nueva York?
— Si mi'ja el mismo – le dijo en reojo
Matilde nunca olvidaría a Félix. El candidato perfecto para su nieta Susanita. Susanita quiso más pero él nunca la vio con otros ojos. Ella se dio por vencida y se casó con otro hombre del cual no fue feliz. Matilde buscaba cualquier excusa para el reproche.
— La historia hubiese sido diferente si tu nieto le hubiese hecho caso a mi nieta Susanita.
— ¿Diferente? – arqueando su ceja a lo María Félix- Déjalo tranquilo y quítale el guante ya. En esta familia todos han pasado la página. Además él no tiene culpa de lo que a tu “santa “nieta” le pase ¿Ok?
— Si le hubiese hecho caso, pero no… se tuvo que ir a Nueva York
— Sip el destino lo llevo allá y ¿que pasa? Todo el mundo tiene derecho a ser feliz.
— El debió haberse casado y haberte dado nietos ya… Tiene ya sus treinta y pico y no se ha casado. No es un nene
— Que jodienda la tuya- la miró a lo ojos- Si no se ha casado es su vida.
— Bueno digo lo que siento. Tú sabes lo que dicen… Soltero maduro...
— ¡Pato seguro! - respondió Félix mientras entraba por la puerta de la sala
El susto de Matilde le subió la presión y provocó un grito ahogado. La cara se le tornó rojiza. Félix llegó de manos con Jeff, su pareja. El grito de Matilde provocó una carcajada en Gladiola. La vergüenza fue tanta que salió sin despedirse mientra se persignaba durante el camino. Félix se unió a la risa de su abuela. Jeff no entendía tres carajos pero la risa de la abuela era contagiosa.
Me encanta!!! Cuantas abuelas como Gladiola hacen falta. Me gusto la sorpresa final.
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