Este es la cuarta narrativa del reto literario cual titula (Re) escribir el cuerpo
Pasas al viento
Renata Escobar estaba hastiada de su melena. De niña
la educaron a mantener su pelo lacio a cualquier precio. Ella junto a varias de
sus primas, pasaron por la doctrina del alisado en manos de su abuela. Ella
aplicaba a la perfección la crema en su salón. Ninguna podía quejarse o poner
mala cara frente a ella. Su abuela les repetía: “Así verán que aparte de
mejorar la raza, lucirán mas bonitas. Nadie le gusta ver a mujeres como el león
de la MGM, digan no a las pasas en el pelo”. Los rolos se convirtieron en
grilletes semanales. Se perdió de muchas actividades playeras por evitar
tortura innecesaria. La esclavitud del pelo comenzó a ceder en la escuela
superior. Los rizos se convirtieron en una opción a escondidas de su abuela. El
aire de libertad la sedujo y poco a poco dejo el estirarse su melena. No era
bien vista frente a su abuela y sus primas. No soportaba el que ella viviera
con orgullo sus raíces. El sentirse ignorada por su familia y una beca
estudiantil la hizo emigrar a Nueva York. Su concepto de negritud se amplió al
conocer gente de Senegal, Nigeria y de las islas caribeñas. Su pelo fue
trenzado en diversas formas y le gustaba como quedaba con los diversos estilos.
Ser negra caribeña Recibió una llamada de su padre notificándole la enfermedad
terminal de su abuela. El vuelo de regreso se le hizo eterno. Al llegar se da
cuenta de su pelo maltratado por las trenzas. No estaba dispuesta a encolerizar
a su abuela con la misma discusión pero a la misma vez adoraba su pelo. Va
directo donde Ricardo, su amigo estilista.
— ¿Tú estas bien segura del cambio?
— Si, te lo he dicho por enésima vez
— ¿Pero porque? si estas tan linda… Cuando tu abuela
te vea…
—Por eso mismo lo hago.
Cerró sus ojos y escuchó la melodía de las tijeras. Al
abrirlos quedo perpleja. Paso sus manos por su recorte. Por primera vez sintió
el pelo corto en sus manos. Una sonrisa amplia salió de su rostro. Llego a la
casa de su abuela. Todos quedaron perplejos en especial sus primas. Su pelo
logró ser libre comparado al de ellas.
Tercera Semana del reto literario cuyo tema esEvocando
historias por medio de los sabores...siéntese, pruebe,cierre los ojos,
saboree y escriba.”
Agarró la foto y comenzó a llorar. La foto de él junto a Pipo lo llevaba a un
pasado feliz que ya no existía. Lo conoció en una fiesta campestre en Cidra. Le
cautivó su acento cubano, pelo grisáceo y sus ojos verdes como las hojas de
menta. Pipo encontró atractivo a un
chocolate hecho hombre. Caminaron por diversos senderos y tuvieron
el primer beso exploratorio.
Matías atesoró ese beso mentoso, pues
Pipo, en sus ojos, era todo menta. Pasadas las semanas decidieron
explorarse en todos los aspectos y la
química se desarrolló explosiva, azúcar en el paladar. La relación sentimental
se dio de inmediato. Hicieron muchos planes, decidieron montar un negocio. Rentaron un local en el viejo San Juan y lo
transformaron en un restaurante: Hierba buena.
Olores y sabores caribeños fueron la propuesta. El trabajo arduo comenzó
a pasarle factura a ambos. La relación
ya no estaba funcionando y Pipo, alimonado, decidió terminar con todo.
Vendieron el restaurante y Pipo se mudó de nuevo a Miami. La jarra de mojito
era el nuevo consuelo de Matías, menta en la boca, el recuerdo del antiguo
local Hierba Buena, la disolución limónica. Tanto bebió Matías que apenas salía
ya de su apartamento. Sintió el abandono de sus amigos y la familia perdió
contacto. El desamor nunca se sobrevive ahogado en una jarra, pero así se la
pasó Matías. Buscando a su mentoso Pipo en la boca, todo menta, tristementa,
tristemente.
En esta segunda semana el tema para escribir es " Cosas que encontramos en los bolsillos". Espero que lo disfruten
Shot de viernes
Eran las 5:30 de
la tarde y no llegaba. Hiram buscó en su
bolsillo el encendedor y la cajetilla.
Sacó un cigarrillo y lo encendió con desespero.
Cada viernes que se encontraba con Rolando en Dynez Café era lo mismo.
Primero la incertidumbre, la espera, el encuentro. Empezaban por
intercambiar los eventos de la semana,
par de cervezas y shots de tequila. Conversaciones de hombres. Luego el alcohol hacía su efecto, se le bajaba el
machismo a Rolando y se le subía el libido.
Así terminaban Hiram y Rolando abrazados en la cama de algún hotel de
Isla Verde roncando al unísono.
Los encuentros
de los viernes se repetían. El bar ténder ya los reconocía, les sonreía y los observaba. Hiram
estaba conforme con sus encuentros, Rolando se dividía entre una vida falsa y
él. Fueron descubriendo sus virtudes y defectos. Alguna señal de esperanza
había de que Rolando terminara con la falsedad pero nada pasaba.
El bolsillo de
Hiram vibró, saco su celular y vio el mensaje de texto “Lo lamento pero la nena
se enfermó. Te debo un raincheck”. Dominó su coraje y entro a beber. El bar
ténder le pregunto por su cita de los viernes.
Hiram se tocó
una vez más el bolsillo del encendedor, de la cajetilla, del celular mientras
miraba la sonrisa del bar ténder. Le sonrió de vuelta. Sacó de su bolsillo la
llave magnética y la puso sobre el mostrador. El bar ténder miró la llave y
confirmando la invitación sirvió un shot. Tequila y plan B.
Me acabo de unir a un reto literario en la cual comparto junto a 10 escritores. Cada semana escribiremos sobre diversos temas. Esta semana comenzamos con el tema de la Obsesión
Dalila
sintió el engaño del refrán el amor entra por la cocina. Conoció a Tommaso De Luca en las afueras del Instituto
Culinario. Había sido invitado para una demostración de cocina italiana.
Dalila fue la agraciada de ser su asistente ese día, para envidia de muchas de
sus compañeras. Quedó fascinada con su
acento y sus manos rápidas en la cocina.
Terminada las clases, él le dio su
tarjeta de presentación.
Pasaron varios días y se encontraron, por casualidad,
en la Plaza del mercado. Lo sorprendió mientras ella buscaba tomates. A insistencias de ella,
él le ayudo a escoger los tomates maduros que serían perfectos para una espesa
salsa marinara. Rosaron manos por vez primera mientras escogían los tomates. Intercambiaron una leve estática.
Después de las compras, él la invito a
cenar y terminaron en la cama disfrutando de un delicioso postre sexual mejor
que el Tiramisú. Dalila quedó encantada con Tommaso. El tenía una combinación
de inteligencia con sexualidad de la cual no estaba acostumbrada.
Ahí
empezaron unos impulsos en Dalila de querer relacionarse con todo lo que le
acordara a Tommaso y le acercara a él. Comenzó a comprar libros de cocina, pero
todos de recetas italianas. Se matriculó en la escuela de idiomas para aprender
italiano. Buscó libros de geografía y empezó a memorizar diversas ciudades como
Roma, Venecia, Nápoles, Turín. Puso un mapa de Italia en la pared de la sala y
con un marcador negro trazó rutas de las ciudades por las cuales anhelaba
visitar, con Tommaso, claro.
Los encuentros se volvieron semanales. En un
principio eran encuentros inofensivos, pero tras cada encuentro ella sentía que lo que
compartían no era suficiente. Dalila lo inundaba de preguntas acerca de todo,
acerca de su familia, recuerdos de la infancia, sus gustos. De sopetón le dijo
que él debía llevarla a conocer Italia y
su familia. Él no tomó el comentario en
serio, hasta le pareció gracioso el entusiasmo de chiquilla de Dalila.
Uno
de los encuentros se dio finalmente en el apartamento de Dalila. Tommaso se
asustó con el mapa en de Italia en medio de la sala y el hecho de tener una
conversación con Dalila totalmente en italiano. Ella, así en italiano, le planteó que ya era el momento de mover la
relación a otro nivel. Al fin y al cabo, ya sabía preparar todos los platillos
tradicionales de la cocina italiana, hablaba el idioma impecablemente y tenía
memorizado perfectamente los lugares de interés de su villa natal. Él se excusó como mejor pudo, y le explicó que
no buscaba una relación formal.
Dalila
no lo podía creer. Debía haber una razón para que Tommaso la rechazara. Empezó
la típica investigación a través de las redes sociales. Encontró una foto de
Tommaso posando con otras mujeres, no una, varias. Dalila se envenenó de celos.
Tommaso tendría que rendirle cuentas. Lo llamó cada 10 minutos y salía la
grabadora. Le inundó el celular de mensajes de voz y mensajes de texto. Dejó de
asistir al instituto culinario y sus clases de italiano.
Finalmente,
fue a visitarlo al restaurante en que Tommaso era chef, pero le negaron la
entrada. La rabieta que formó hizo que él
saliera a confrontarla. Ella de verlo se emocionó muchísimo, le brinco encima
para besarlo y olerlo pero la detuvo. Tommaso le prometió verla en su casa, si se iba tranquila
del lugar. El llevó una botella de vino Chianti
y ella lo abrió al momento. Él quiso decir algo, pero ella le
interrumpió para hacer un brindis por el
recuentro. Tommaso no levantó la copa, le explicó que seria su última visita. Él
estaba en planes de volver a Italia. Dalila, dejó caer la botella que sostenía
en las manos y lloraba. Se cortó recogiendo los pedazos. Él intento
ayudarla pero ella lo empujó, estaba
furiosa.
Tan
furiosa que no sabría decir en que momento el cuchillo de cocina llegó a sus
manos y empezó el forcejeo con Tomasso. Un resbalón de Tommaso en el charco de
vino los hizo caer al suelo. Un charco
tinto más espeso, más amplio bajo el cuerpo de Tommaso.
Cuando
llegaron los paramédicos la encontraron junto a Tommaso con la mirada
perdida. No reaccionaba a ninguna de las
preguntas que le hacían. Solo se le escapaba un murmullo, un tarareo, unas
líneas…y el mundo es testigo de mi frenesí, por más que se oponga
el destino serás para mí.