Pedazo de Chocolate #31 Crónica de un multiracial

Este ejercicio salió de forma indirecta de los dias de la Macacoa. Fui invitado a leer en el Ateneo de Puerto Rico en una actividad  Nosotros los cimarrones: Lectura de textos desde la Afrodescendencia

Crónica de un multiracial

Soy el producto de una familia multirracial. Mi padre es negro y mi madre es mestiza. Nunca crecí con el problema del racismo. Si me di cuenta de la diferencia racial en la  familia. Mientras mis 8 primos de parte de padre eran similares a mí en color, por parte de madre había diversos matices;  desde los más blancos como el papel hasta los negritos como yo. Mi abuela materna nunca hizo diferencia de quien era quien. Nos recalcaba de forma constante “Ustedes son mis nietos y todos llevan mi sangre. Ninguno es mejor que nadie.” En la escuela  fue donde enfrente el racismo. Pese a estudiar en un colegio “cristiano” muchos de ellos no predicaban lo que ensenaban.  Fui objeto de burlas por mi color, de las cuales  no valen la pena pronunciarlas. Muchas veces lloré sin que nadie me viera para no ser humillado en público. Entendí que era diferente. Opté por callar mis sentimientos al respecto creando una coraza. Decidí enfocarme en sobresalir en los estudios en tres diversas áreas, en la música, en la fotografía y en la literatura. Sip,  soy un come libro desde la infancia, ya que no tenía muchos amigos y los que tenía no me entendían. En la adolescencia seguí arrastrando el silencio  a expresarme. En la clase de historia de Puerto Rico escuché  por primera vez Carabalí. Sentí un calentón en mi cuerpo la primera vez que escuche su historia. La esclavitud era un tema que tocaban de forma ligera. Tuve que buscar más información acerca de Carabalí para entender su historia y por qué lo de cimarrón. Confieso que despertó una vela de libertad a temprana edad. Aprendí que el conocimiento me hacía libre y no permitiría que nadie me la montara. En la escuela superior solté más mi lengua y la verdad se sintió bien expresar lo que sentía sin miedo.  Con el pasar de los años Carabalí me dio otra lección en mi vida y era en cuanto a la importancia de ser negro. Pese a que somos una de las islas blanqueadas del Caribe, los negros en este país existimos. Y pese a que ciertos políticos digan que el racismo no existe en el siglo 21, quiero refutarle su expresión. Tan reciente como la semana pasada fui objeto de un racismo solapado en mi trabajo. Mientras ofrecía mi servicio a uno de los clientes, uno de ellos en actitud de payaso Tatín o quizás en la borrachera me preguntó “¿Oye y aquí dejan trabajar a gente de Loíza como tú?  digo esto es un hotel y pues me sorprende”. Si las miradas mataran, lo hubiese fulminado al momento, sin embargo opté contestar como mi madre me enseñó. “Caballero- le contesté-  mi madre me enseñó que todo lo negro no es morcilla y no todos los negros vivimos en Loíza. Estamos en todas partes y creo que repasar la historia de Puerto Rico le vendría bien”. El hombre se puso como un pote de kétchup, no sé si es por el coraje que yo le contestara o vergüenza por que le contesté sin tapujo.  Los demás cayeron en un silencio  y terminaron de comer a las millas. No se atrevieron a quejarse pero creo que de mi cara no se olvidaran. Soy tan visible  como ellos y tengo una voz. Mucha gente cree  somos solo buenos en los deportes, en la música, en la cocina lo cual es bueno pero somos muchos más. Somos doctores, abogados, maestros, funcionarios públicos, escritores y otras áreas visibles. Callé por mucho tiempo por la ignorancia pero ya no. Estoy orgulloso de quien soy y lo que deseo hacer en la vida.  Soy un escritor en aprendizaje. Aún tengo mucho por recorrer pero en el camino  sigo aprendiendo. Opté por alzar mi voz para que me conozcan. Soy escritor, soy afrodescediente, soy puertorriqueño, pero sobre todo soy un ser humano que alza su voz  y mis palabras nadie me las callará.